Yin Yin se ven a sí mismo como un grupo de soñadores musicales. Tal vez en algún lugar entre los Países Bajos y el sudeste asiático, en una isla tropical imaginaria. Su nuevo trabajo es una llamada simple y directa al hedonismo y la danza. Concebido en largas horas de estudio y la determinación de trascender el hastío diario de vivir en la ciudad holandesa de Maastricht.