La fórmula de YUNG PRADO la conocemos desde hace años,
sobre todo desde el primer house cantadito que puso en el mapa melódico global
la música de club; pero, tras varios años sonando sus canciones por el clubbing
subterráneo barcelonés y de expandirse como performance ritual neobakala junto
a sus compañeros en Mainline Magic Orchestra, el debut de YUNG PRADO llega
especialmente en un buen momento.
Tras dos años de encierro y de prohibición de bailes,
excesos y afters, “Yung Pradito” es casi un manifiesto de la vuelta al antro
mañanero tras una noche de internamiento en los baños. “Yo
quiero estar contigo otra vez, los dos, pasándolo bien”, escribe, en la apología
extrema de la sencillez, en una de las canciones, y básicamente ese es el clima
que se recorre en todo el álbum: el de que la vida en el after, es la vida
mejor.
No sabemos si es la mejor, pero, como mínimo, fue una vida
prohibida, casi de ciencia ficción durante el metaverso real que nos tocó vivir
los últimos dos años; y YUNG PRADO viene a remediarlo con canciones que,
por momentos, hacen ojitos a los Pet Shop Boys (“Quiero ver amanecer” o “Lucky”);
en otros momentos a las bases del primer hip-hop español, el de DNI o Sindicato
del Crimen (“Segundo After”); en otros al Alejandro Paz de “El House” (“Chill
Out” o “Nuevo Planeta”); en otros al petardeo de Putilatex o Sarassas Music (“Sin
final”).
Alan Queipo.