La decisión de divorciarse es un proceso complejo e implica una evaluación profunda de las necesidades, deseos y circunstancias individuales de cada miembro de la pareja. Puede ser un proceso doloroso y estresante, lleno de emociones intensas como la tristeza, el enojo, la frustración o el miedo.
En muchos casos, el divorcio surge como resultado de problemas persistentes en la relación, como la falta de comunicación, la infidelidad, la falta de intimidad o la incompatibilidad. Todos estos problemas pueden generar una sensación de insatisfacción y desgaste emocional, llevando a la conclusión de que el divorcio es la mejor opción para ambos.