Aunque el tono indígena se impuso, hay que decir que la conmemoración actual del Día de Muertos en México es más cercana a las danzas macabras renacentistas europeas con sus diálogos en verso y la alegoría de la muerte, personificada como un esqueleto humano que muestra a las figuras del poder para recordarles su paso efímero por la vida.

La flama que producen las velas y veladoras significa “la luz”, la fe, la esperanza, es guía, con su flama titilante para que las ánimas puedan llegar a sus antiguos lugares y alumbrar el regreso a su morada.

La flor amarilla del cempasuchil o Zempoalxóchitl deshojada, es el camino del color y olor que trazan las rutas a las ánimas.

Lo que no debe faltar en los altares para niños es el perrito en juguete, para que las ánimas de los pequeños se sientan contentas al llegar al banquete.

Las medianas hacen alusión a la muerte siempre presente, las calaveras chicas son dedicadas a la Santísima Trinidad y la grande representa al Padre Eterno.

En realidad son panes en forma de rueda y se colocan en las ofrendas sostenidos por trozos de caña, los panes simbolizan los cráneos de los enemigos vencidos y las cañas las varas donde se ensartaban.

Es el ofrecimiento fraternal, rinde homenaje a los fallecidos dando forma a sus huesos y hasta a los cráneos.

El agua es la fuente de la vida, se ofrece a las ánimas para que mitiguen su sed después de su largo recorrido y para que fortalezcan su regreso. En algunas culturas simboliza la pureza del alma.

Son fragancias de reverencia, se utilizan para limpiar al lugar de los malos espíritus y así el alma pueda entrar a su casa sin ningún peligro

En este particular día funciona para que las ánimas descansen, así como de mantel para colocar los alimentos de la ofrenda.