Ya que la religión, la avaricia, la superstición, los mitos y el miedo se apoderaron de la fe de los creyentes. La reforma surge para acabar con el oscurantismo, y traer el derecho a la palabra de Dios a su pueblo. Sin limitaciones, sin condenación, sin miedo, sin variación; más bien con el poder para cambiarnos, arrepentirnos, librarnos y consolarnos.