Hoy llegamos a cabina con la espalda molida, no por la edad (eso decimos), sino de tanto cargar la radio pública sobre nuestros hombros. Recordamos aquellos tiempos en los que Radio Chilango era un espacio informativo, formalito, casi solemne… y ahora, orgullosamente, rompemos con todas las tendencias radiofónicas. Activamos el Teléfono Rojo, esa dinámica caótica y gloriosa donde todo puede pasar, y abrimos micrófono a la sección del Pueblo, ese espacio donde la audiencia manda: que si la canción otaku, que si la rolita de disco italiano, aquí se celebra sin prejuicios. Cerramos la semana bailando y cotorreando como debe ser.