Un abrazo de acogida al pueblo saharaui y una historia de desarraigo contados a través de la mirada de dos niños. Uno está aquí, a este lado, donde el agua sale de los grifos y el siroco no te rompe la piel. Otro está allá, donde la arena lo es casi todo, es refugiado, apátrida y barre el desierto con rabia mientras comprueba que no será él quien se estremezca con el mar este verano.