Cantar no es un arte que se perfecciona. O en todo caso es mucho más que solo eso. Cantar, cuando se nos da la gana y a cuento de nada, es un acto liberador. Es divertido, nos interpela, pone a funcionar los rulemanes más complejos de ese engranaje que a veces nos deja a pata. Es quizás una síntesis de todas las cosas bonitas que los seres humanos somos capaces de hacer. En este episodio de #AntesDePerderLaPaciencia nos tomamos unas birras y entonamos a Montaner, nos bajamos una capirinha mientras leemos a Roberto Arlt, y cerramos con una buena taza de café con leche reparador mientras repasamos algunos poemas y Pornosonetos de Pedro Mairal. Todo, claro, antes de perder la paciencia.