Presentes en nuestras vidas desde un tiempo que ya nos parece difuso, a veces como un murmullo, como ruido de fondo, otras veces como historias que nos emocionan y que recordamos con mucha intensidad. Mezcladas con nuestros recuerdos de niñez y de vida están las teleseries. Un género televisivo muy extenso y complejo, del que podríamos hablar por muchas horas, pero que la crítica “más culta” ha decidido dejado de lado.
Historias que nos entretuvieron, que nos hicieron reír y que nos regalaron muchas horas de ficción. Las teleseries forman parte de lo que podemos decir que es una “pedagogía cultural” que escapa de las paredes cerradas de escuela y que se mezcla con nuestras vivencias cotidianas creando el universo cultural que nos constituye, pero que también es profundamente fugaz.
Hablar de teleseries es hablar de las personas con quienes compartimos esos momentos, mamás, hermanes, abueles, amigues...
hablar de teleseries es también hablar un poco de la historia de nuestro país y de la propia.
Desde la época dorada de TVN que nos hizo recorrer y conocer Chile post dictadura, la guerra de las teleseries, las múltiples exportaciones de otros países: El Clon, Betty la Fea, las turcas, las teleseries mexicanas que duraban 2 años, las nocturnas, las juveniles, hay para todos los gustos y edades.