La fe que transforma: Este versículo nos recuerda que la verdadera fe no es solo un asentimiento mental, sino una entrega completa del corazón a Jesús como el Hijo de Dios.

El bautismo como respuesta a la fe: Felipe deja claro que el bautismo es un acto de obediencia que surge de una fe genuina. No es solo un ritual, sino una confesión pública de la creencia en Cristo.

Creer y confesar: el inicio de una nueva vida: Como el eunuco etíope, la confesión sincera de Jesús como el Hijo de Dios marca el comienzo de una nueva vida en Cristo, guiada por la fe y el compromiso con Él.

Dios usa la adversidad para extender su mensaje: Aunque fueron dispersados por la persecución, los primeros cristianos no se rindieron. Este versículo nos enseña que, incluso en tiempos difíciles, Dios puede usar nuestras circunstancias para llevar el mensaje del Evangelio a lugares inesperados.

Anunciar el Evangelio en cualquier lugar: Los creyentes no se quedaron callados en su nueva situación. Nos recuerda que, dondequiera que vayamos, ya sea por elección o por necesidad, tenemos la oportunidad de compartir las buenas nuevas de Jesús.

Transformar la dispersión en misión: A veces, lo que parece un contratiempo es una oportunidad de expansión. Como los primeros cristianos, podemos ver nuestras dificultades como una llamada a llevar el Evangelio más allá de lo que imaginamos.

Llenos del Espíritu Santo, no lanzamos piedras, las recibimos: Esteban nos enseña que, cuando estamos llenos del Espíritu Santo, no respondemos al odio con más odio. En lugar de atacar, soportamos las pruebas con un corazón lleno de paz y amor.

Fija tu mirada en Jesús, no en los errores y ataques de los demás: En lugar de enfocarse en las críticas y el dolor, Esteban miró al cielo y vio a Jesús. Este versículo nos invita a apartar nuestra atención de las fallas y agresiones de otros, y a concentrarnos en Cristo, quien nos da fortaleza en cada situación.

Ver la gloria de Dios en medio del sufrimiento: A pesar de las dificultades, Esteban experimentó la gloria de Dios. Este versículo nos recuerda que, incluso en los momentos de mayor sufrimiento, Dios nos revela su presencia y nos da consuelo.

La palabra de Dios crece en nosotros y en los demás: Este versículo nos muestra que cuando compartimos la palabra de Dios, no solo cambia nuestra vida, sino que también impacta a quienes nos rodean. Permitir que la palabra crezca en nosotros nos motiva a compartirla con otros.

El poder del trabajo en equipo: El crecimiento del número de discípulos ocurrió porque los primeros creyentes trabajaban unidos en compartir la fe. Cuando colaboramos con otros en la iglesia o en nuestro entorno, el mensaje de Jesús llega más lejos y con mayor fuerza.

Transformación incluso para los más resistentes: El versículo nos enseña que incluso aquellos que parecían más alejados de la fe, como los sacerdotes, fueron transformados. No debemos subestimar el poder de la palabra de Dios para cambiar incluso los corazones más resistentes.

Vivir y compartir a Jesús a diario: Este versículo nos recuerda que hablar de Jesús no es solo para los domingos en la iglesia. Podemos compartir su amor y enseñanzas en cualquier lugar, ya sea en nuestras casas, trabajos o con amigos, todos los días.

El poder de la constancia: Los apóstoles no se rendían, predicaban y enseñaban sin cesar. Nos enseña la importancia de ser constantes en nuestra fe y en el mensaje que compartimos, incluso cuando enfrentamos dificultades o cansancio.

Llevar a Jesús a todas partes: No importa dónde estés, ya sea en el templo, en casa o en la calle, hay siempre una oportunidad para hablar de Jesús. Aprende formas sencillas y prácticas de compartir tu fe y testimonio en cada aspecto de tu vida cotidiana.

Poner a Dios primero, siempre: A veces, obedecer a Dios va en contra de lo que otras personas esperan de nosotros. Este versículo nos recuerda que, en cada decisión, debemos seguir lo que Dios nos dice, aunque no sea popular o fácil.

Una fe que no se rinde: La obediencia a Dios requiere coraje. Aquí, Pedro y los apóstoles nos enseñan que, cuando seguimos a Dios, debemos estar dispuestos a mantenernos firmes, incluso si otros no están de acuerdo.

Viviendo para agradar a Dios cada día: Obedecer a Dios no es solo en los grandes momentos, sino también en las cosas pequeñas. Desde cómo tratamos a los demás hasta cómo tomamos decisiones en el trabajo o en casa, este versículo nos invita a elegir siempre lo que agrada a Dios primero.