En 1 Timoteo 1:5, Pablo enseña que el propósito del mandamiento no es simplemente seguir reglas, sino vivir un amor que brota de un corazón puro, una buena conciencia y una fe sincera. Este versículo nos invita a reflexionar sobre cómo aplicamos el mandamiento de Dios en nuestra vida diaria.
El propósito del mandamiento de Dios no es imponer reglas sin sentido, sino llevarnos a un amor auténtico que fluya de un corazón puro, una conciencia limpia y una fe sincera. No te conformes con un cumplimiento mecánico o una vida espiritual superficial. Permite que el amor de Dios transforme tu corazón y tu fe.