Se dice que un comerciante de esta zona, conocido como “Don Julián” en uno de los recorridos en su chinampa se percató de que en la orilla del lago yacía el cuerpo de una niña. Desesperado, trató de reanimarla en múltiples intentos que resultaron inservibles, pues la pequeña ya había perdido la vida.
Luego de este suceso, Don Julián se sentía constantemente intranquilo y atormentado, lo que lo hacía asegurar que el espíritu de la niña se encontraba atrapado en su chinampa.
Preocupado por encontrar una solución, al hombre se le ocurrió colgar un par de muñecas para intentar ahuyentar las energías. Conforme pasaba el tiempo, Don Julián comenzó a recoger todas las muñecas que encontraba a su paso y recorridos, mismas que colgaba en la isla, hasta convertirla en el sitio que hoy en día conocemos. Es decir, una pequeña chinampa que en teoría podría recorrerse en 10 minutos, pero que se encuentra repleta de cientos de muñecas con aspecto tétrico; la mayoría están rotas, sucias o despeinadas.