El ser humano, desde que tiene conciencia de tal, ha tenido una serie de sentimientos innatos, y uno de ellos, y quizá sea una de las características principales para su supervivencia, siempre ha sido el miedo.
Limitador y beneficioso por igual, el miedo ha sido el culpable de guerras e incultura, y a la vez, inspirador de arte y colaborador para nuestra supervivencia… ¿En qué consiste este impulso humano?
El miedo es una emoción displacentera, cuyos efectos desagradables activan nuestro sistema de alerta, y ponen en marcha mecanismos de protección, huida o acción. Definitivamente, el miedo es una de las emociones básicas de adaptación y supervivencia. Se nutre de la experiencia y nos permite prever y valorar riesgos. Hasta aquí todo suena muy bien, pero no es tan sencillo. Factores que tienen que ver con los rasgos de nuestra personalidad, con la forma en la que gestionamos nuestras emociones, con el modo en el que pensamos e interpretamos los acontecimientos, y también, con nuestra biografía y el aprendizaje social y cultural, hacen que el miedo, deje de ser un “recurso adaptativo” para convertirse en un obstáculo en nuestra vida.
El miedo a fracasar o a equivocarnos, a la soledad, a la enfermedad… pueden ser miedos, que no respondan a un riesgo real. Es entonces cuando afectan a nuestras iniciativas, a nuestras decisiones… y al contrario de ser útiles, bloquean y limitan la consecución de nuestras metas.
El miedo es adaptativo, pero puede llegar a cambiar su función y limitar y bloquear nuestra vida
Y a ti el miedo te impulsa o te motiva ?