el predicador había probado la sabiduría mundana; y la necedad; ahora las compara, y halla que mientras que la sabiduría humana excede a la necedad, con todo, un evento, la muerte, toca a ambas, y así la riqueza adquirida por el trabajo del sabio puede pasar al “necio” que no trabajó; por lo tanto, todo su trabajo es vanidad