El sueño del trabajador es dulce, no sólo porque está cansado, sino porque tiene pocas preocupaciones que interrumpan su sueño. El sueño del cristiano diligente, y su sueño largo, son dulces; habiéndose entregado él mismo y su tiempo al servicio de Dios, puede reposar alegremente en Dios como su Reposo.