Shalom, bienvenidos a este nuevo episodio. Hoy quiero hablarte del éxito, pero no del que el mundo predica, sino del éxito verdadero, ese que nace en lo profundo del alma y se sostiene con Emuná, la fe firme desde la perspectiva hebrea.
Vivimos en una era donde el éxito se mide por cifras, seguidores, lujos y logros visibles. Pero en la mentalidad hebrea, el éxito no se trata de cuánto tienes, sino de cuán fiel eres al propósito por el cual fuiste creado. El éxito no es una cima, es un camino, y ese camino se recorre con Emuná.
Emuná no es una fe pasiva. No es solo creer que algo puede pasar. Es una fe activa, es fidelidad, es permanecer, es obedecer aunque no entiendas, es caminar aunque no veas. Es seguir confiando, aun cuando todo parece ir en contra.
Abraham fue llamado a salir de su tierra, sin un mapa, sin certezas, pero con Emuná. Yosef fue vendido, traicionado, olvidado, pero en cada etapa mantuvo su integridad. Ellos no vieron el éxito de inmediato, pero el cielo ya los había marcado como exitosos por su fidelidad en el proceso.
El éxito según Elohim no es alcanzar una meta, es obedecer el llamado. Es responder cada día con firmeza, con valentía, con verdad. No importa si hoy nadie te aplaude, si no tienes reconocimiento, si aún no ves frutos. Si estás caminando en obediencia, ya estás siendo exitoso.
No permitas que el ruido del mundo te haga dudar de tu camino. Tu fidelidad tiene valor eterno. El Creador no busca perfectos, busca fieles. Y en esa fidelidad constante, está el verdadero éxito.
Así que sigue. Aunque cueste, aunque duela. Sigue con Emuná. Porque el que prometió es fiel. Y si tú eres fiel también, el éxito te encontrará cumpliendo el propósito para el cual fuiste enviado. Shalom.