A Rayuela también le podemos llamar la revolución de las letras. Cortázar dejó a un lado las reglas novelísticas y las del lenguaje para hacer su propia creación.

Las peripecias de una dama empeñada en casar a sus hijas con el mejor partido de la región, los vaivenes sentimentales de las hermanas, el oportunismo de un clérigo adulador ¿Te suena? Viajemos a otras épocas

En Somos luces abismales, Carolina Sanín se sumerge en sus recuerdos, en sus lecturas y sobre todo en el lenguaje para descubrir, comprender y cuestionar distintas facetas del mundo y de ella misma.

El jardín de las delicias ha dejado de estar colgado en el museo y se muestra más real que nunca, vivido por estos personajes de carne y hueso que nos confiesan al oído su particular relación con el mal.

En Quibdó abordamos una canoa con una madre blanca y un niño negro. El Atrato se vuelve más extenso de lo que es cuando comprendemos que el niño regresa a los brazos de su madre biológica.

Recorrer el árbol genealógico de esta familia es ver a sus padres y a sus hijos sobrevivir a nuestra Historia: de los días de la «ola verde» al Frente Nacional, de la toma del Palacio de Justicia al Bogotazo, esta novela que avanza hacia el pasado a veces es tragedia y a veces es comedia, pero es siempre una historia de amor. Pasar las páginas estremecedoras de estas memorias es ser testigo de una familia que no se rinde, ni se vende, ni se deja separar.

Bien dicen que en la conversación se hace Literatura, por eso en Bukz tenemos un café. Zavalita y el zambo Ambrosio conversan en La Catedral. Estamos en Perú, durante el «ochenio» dictatorial del general Manuel Odría. Unas cuantas cervezas y un río de palabras son signo de libertad frente al silencio que impone la dictadura.

Venga y caminemos un rato con Fernando González. Viaje a pie está enmarcado en una caminata del autor con su amigo Benjamín Correa

Todos los cuentos de Andres Caicedo reúne 44 relatos donde se pueden leer historias de terror, de delincuencia juvenil, de amores desencantados, de una Cali de pesadilla y de la conciencia de un joven que se convirtió en un escritor a toda prueba.

A Rayuela también le podemos llamar la revolución de las letras. Cortázar dejó a un lado las reglas novelísticas y las del lenguaje para hacer su propia creación