Sor Faustina hizo ofrecimiento de ella misma por los pecadores con el consentimiento de su confesor. Jesús permitió por este ofrecimiento que experimentara el estado del alma y del corazón de los pecadores: sequedad, desconfianza, desesperación, tristeza.....Por estos momentos de sufrimiento aliviaba la agonia de Jesús y participaba en la redención del mundo. También hacía oración de humillación y amor para desagraviar al Señor por la ingratitud de algunas almas. A veces, Sor Faustina, se sentía sobrepasada cuando Jesús le mandaba que hiciera o dijera algo a la comunidad de hermanas, le pedía a su confesor que le librara de cumplirlos, sabía que era muy criticada en el convento y con estos mandatos del Señor sabía que le causarían sufrimiento. El confesor le decía que obedeciera, cosa que siempre hizo. El Señor le recompensaba con consolaciones, gracias y dones. Otra petición de Jesús muy importante para sor Faustina: que olvidara su propia voluntad, que su voluntad fuera la de Dios.
En el otoño de 1922 recibió la noticia de que su madre se estaba muriendo, obtuvo permiso para ir a visitar a su familia, su madre se restableció en cuanto la vio. Pasó unos días con sus familiares y volvió al convento sintiendo que regresaba a su verdadero hogar.