“Pero si el pensamiento corrompe el lenguaje, el lenguaje puede también corromper el pensamiento.” George Orwell, 1984 “Lo único que te impide conseguir lo que quieres es la historia que te sigues contando a ti mismo.” Tony Robbins ¡Cuidado con tus palabras! ¡No las subestimes! ¡Son muy poderosas! ¡Las palabras que usamos para describir nuestras experiencias se convierten en nuestras experiencias! Es probable que te hayas encontrado con una situación o dos en tu vida en las que las palabras habladas hicieron mucho daño. Y esto es cierto no sólo cuando hablas con los demás, sino también hablándote a ti mismo. Sí, esta vocecita en tu cabeza —la que te acaba de preguntar: “¿Vocecita? ¿Qué vocecita?”. ¡Eres lo que te dices a ti mismo todo el día! Tu diálogo interior es como la sugestión repetida de un hipnotizador. ¿Te estás quejando mucho? ¿Qué historia te cuentas a ti mismo? Si te dices que eres malo, débil e impotente, entonces eso es lo que verás en tu mundo. Por otro lado, si te dices que estás sano, si te sientes bien e imparable, también reflejas eso. Tu diálogo interior tiene un enorme impacto en tu autoestima. Así que ten cuidado con la forma en que te describes a ti mismo: por ejemplo, “soy perezoso”, “soy un desastre”, “nunca voy a ser capaz de hacer eso”, o mi favorito personal “estoy cansado”, porque, cuanto más te lo digas, más cansado estarás. ¡Observar tu diálogo interno es muy importante! La manera en que te comunicas contigo mismo cambia la forma de lo que piensas sobre ti mismo, lo que cambia la manera como te sientes acerca de ti mismo, lo que cambia tu forma de actuar, y esto influye, en última instancia, en tus resultados y en la percepción que los demás tienen de ti. Mantén la conversación contigo mismo positiva, con frases como “Quiero lograr el éxito”, “Quiero ser delgada”, “Dios, qué bueno estoy”, porque tu mente subconsciente no entiende la pequeña palabra "NO", y ve tus palabras como IMÁGENES. ¡No pienses en un elefante rojo! Ves —seguro que acabas de imaginarte un elefante rojo. Y —me repetiré—, por favor, céntrate en lo que quieres. Ten en cuenta que tus palabras y, sobre todo, las preguntas que te haces a ti mismo tienen una gran influencia en tu realidad. Les digo a mis clientes de coaching que no me digan —o a ellos mismos— que no pueden hacer algo, sino que siempre se pregunten “¿Cómo puedo hacer esto?” Si te preguntas “cómo”, tu cerebro va a buscar una respuesta y llegará a ella. Lo bueno es que puedes, realmente, cambiar tu vida cambiando tu lenguaje, hablándote a ti mismo de manera positiva, y empezando a formularte preguntas diferentes. ¿Para qué esperar? ¡Empieza a hacerte preguntas diferentes YA!