Si no estamos de acuerdo con Dios, no podemos recibir los milagros que primero se decretan en el cielo, y luego se manifiestan en la tierra. Los milagros de Dios escritos por el Padre, fueron ganados en la cruz del calvario, y administrados por el Espíritu Santo en la tierra.
Los milagros son una cuestión de fe. Amamos a Dios, obedeciendo sus mandamientos, estando en comunión con Dios, y colocando la esperanza en Dios. No en las personas, en el dinero, o en cuestiones materiales, para restablecer el pacto de la fe, creyendo en Dios a través de Jesucristo, quien nos salvó, recibiendo el Espíritu Santo.