5»Ciertamente, yo soy la vid; ustedes son las ramas. Los que permanecen en mí y yo en ellos producirán mucho fruto porque, separados de mí, no pueden hacer nada.
Cuando estamos vulnerables o somos muy inocentes, nos aferramos a etiquetas que nos lastiman, y las llevamos con nosotros a todos lados. Y lo peor es que ni siquiera son etiquetas que alguien más nos dio, son etiquetas que nos dimos nosotros mismos en medio de nuestro dolor. Puede ser una etiqueta que nos recuerda de nuestro peso, o nuestro nivel de inteligencia, o quizás se refiere a cuánto dinero tenían o no tus papás. Algunas veces esa etiqueta tiene que ver con algo que nos hace diferentes a los demás, y esa etiqueta está pegada a nosotros como chicle, y nos sigue definiendo hasta el día de hoy.