La atención, ese faro que ilumina los rincones oscuros de la mente, es la base de nuestra percepción, aprendizaje y memoria. Es un regalo precioso pero efímero, influenciado por innumerables factores tanto internos como externos. No es simplemente la capacidad de concentrarse en una tarea, sino la habilidad de discernir qué merece nuestra concentración.