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By Coaching Para Escena - Un podcast de Leo Cosentino
The podcast currently has 23 episodes available.
Hola, cómo están?
Cuando tenía apenas 15 años un día, en la escuela, se me complicó.
Me llamaron y me dijeron que me habían descubierto. Que se habían dado cuenta que era un pillo y que estaban seguros de que no me iba a servir para la vida ese comportamiento.
Me dijeron también que me daban una oportunidad más para que intente manejarme de otra forma y así obtenga beneficios en lugar de complicaciones.
A partir de ese momento resolví estar más atento a lo que esas personas creían que era bueno para mí y me sorprendió bastante descubrir que unas cuantas de esas cosas me interesaban.
Después me empecé a aburrir, pero eso ya corresponde a otro asunto.
Lo que me interesa compartir es que esa vez descubrí a un hombre (de los que formaba parte de ese plantel docente) que no era específicamente docente sino, ingeniero.
El tenía una forma de explicar los fenómenos de la Física que era un placer escucharlo. Lo complejo para ese grupo de adolescentes con las hormonas revueltas era justamente eso: Escucharlo. Ya que hablaba de una forma muy monótona y a un volumen extremadamente bajo.
Hoy puedo estar seguro de que, si a ese hombre le hubieran enseñado a ver cosas tales como lo mal que manejaba su voz, el status que desempeñaba frente al curso o la falta de musicalidad de su relato y le hubieran ofrecido herramientas para aplicar esos principios a sus clases, sin duda habría despertado un interés muy claro y apasionado en el grupo que ese del que yo formaba parte.
Sigo observando este tipo de cosas en un montón de personas que comparten sus conocimientos acerca de diversos temas haciendo uso de distintas modalidades y plataformas y se me repite esa sensación muchas veces.
Encuentro especialistas en cuestiones muy interesantes con un gran volumen de material para entregar al mundo, que no encuentran la manera de llegar a donde quieren, ni a desarrollar al máximo su potencial, porque aburren con su forma de hablar o distraen con gestos innecesarios entre otras formas de boicotearse inconscientemente.
Estas cuestiones se modifican con un plan de trabajo diseñado por alguien que cuenta con sensibilidad en ese sentido y aporta su mirada de manera amable para que se pueda visualizar la problemática y trabajar directamente sobre ella ampliando la mirada y empoderándose, en lugar de recurrir a la defensa.
Solo resulta necesario atreverse y tomar en cuenta estos detalles como algo importante para nuestra tarea.
Del mismo modo que, resulta necesario trabajar para atraer clientes, debemos asegurarnos de que nuestro mensaje llegue hasta donde queremos que llegue y que sea contundente.
Podemos tener un auditorio repleto y un discurso genial, pero si no tomamos en cuenta el cómo vamos a compartirlo, es posible que no surta el efecto esperado.
Si esto que comparto ahora te resuena y sentís que te vendría bien trabajar estos asuntos, te invito a que me conectes para que veamos por dónde es que se está fugando la energía que hace que se dificulte la comunicación.
Si mientras leías o escuchabas te acordaste de alguien, a quien crees, que le podría venir bien esta info por favor compartírsela.
Alegría para quienes están de ese otro lado y Salú!!!
Me quedé enganchado con un texto que les recomendé hace unas semanas: “Iniciativa” de Goethe.
Lo volví a leer recién y me resulta genial. Si no lo leyeron insisto en que lo hagan.
La cuestión es que ese texto tan genial, que está cargado de versos impresionantes, nos habla de que cuando nos comprometemos y tomamos una iniciativa, se activan una cantidad inimaginable de fuerzas de asistencia. Y a mí, como casi todo en esta vida, me trae en el acto un reflejo instantáneo en mi anecdotario que por alguna extraña razón es inmenso y muy cargado de detalles.
El recuerdo que me trae este texto tiene que ver con la banda de música en la que yo tocaba hace algunos años. Habíamos tomado la mala costumbre de ensayar sólo cuando teníamos una presentación cerca.
El compromiso que cada uno depositaba en el proyecto se había reducido a una pasada unos días antes de cada presentación y el show.
Eso hizo que la banda, que era genial, fuera perdiendo el brillo que tenía cuando estábamos aprendiendo las canciones y jugándonos todo frente al público. Ese era el tiempo en el que nos juntábamos cada semana y si teníamos cerca un trabajo podíamos contar con uno o dos encuentros más.
Cuando entramos en la etapa de repetición y empezamos a juntarnos menos, la pérdida de ese entusiasmo provocó que nos llamaran cada vez menos hasta que la banda entró en un letargo que duró unos meses.
Tiempo después extrañé aquello, invité al resto a juntarnos como en el principio y quedamos para un lunes.
Cuando llegó el día nos reencontramos. Estábamos charlando mientras preparábamos nuestros instrumentos y cuestiones, y cuando estábamos listos para empezar a tocar, sonó el teléfono ofreciendo trabajo para la banda.
Éramos siete. Ninguno podía creerlo. Pero el mensaje nos quedó muy claro y para siempre.
Si queremos que algo se active tenemos que comprometernos y trabajar para ello, intentando no distraernos con miedos e inseguridades y convocando a las personas con las que queremos trabajar.
Y después será necesario que confiemos y sostengamos nuestro compromiso recurriendo cada tanto a los pilares sobre los cuales se construyó la cosa en cuestión.
Con fe y perseverancia, pero también con entusiasmo.
Si sólo encontramos la receta y la repetimos, corremos el riesgo de aburrirnos y ver cómo lo construido pierde empuje.
Aprovechemos la magia que se da cuando creamos.
Salú
Hace un tiempo, un algoritmo me regaló la posibilidad de descubrir a L´entourloop, un colectivo de artistas de la música que cuenta con dos deejays que suman entre ambos una cantidad de años notable (me arriesgo a decir que más de 150).
Pensaba en una frase que me acompaña de hace mucho y que dice así:
“Creer es Crear”
Cuando me llegó, registré que, si en el escenario yo sugería con la mímica un objeto o espacio y creía profundamente en lo que estaba generando, entonces yo podía verlo y el público también.
Mis primeros maestros, Igón Lerchundi y Roberto Escobar, eran dos grandes artistas de la pantomima.
Aprovecho para enviarles mi cariño hasta la estrella en la que estén.
Una vez en Buenos Aires se les acercó un hombre a felicitarlos por un trabajo que acababan de presentar.
Luego de los saludos correspondientes, este señor les contó que los había visto en escena unos treinta años antes en un festival europeo y contó que lo único que recordaba con detalle era el baúl alrededor del cual sucedía la acción (Hasta se refirió al color del cuero y a los herrajes dorados de bronce).
Aunque parezca mentira, ese baúl no existía materialmente en la escena.
La magia de la pantomima como sabemos, consiste en valerse de la capacidad del cuerpo para expresar sensaciones y crear los escenarios y objetos necesarios para la representación.
Es cierto que estamos hablando de dos expertos en dicha técnica, pero lo que me interesa resaltar a mí es que una persona percibió tan fielmente ese objeto “inexistente” (si le cabe el término) que 30 años más tarde, en su recuerdo el baúl era material.
Me interesa mencionar además que Igón, quien recibió el cumplido, en un gesto de grandeza y humildad, se guardó el secreto, dejando que dicho baúl siguiera siendo real para ese hombre que lo recordaba con tanto detalle y disfrute.
Pasaron los años y he visto muchas veces alumnes en mis clases que creaban un automóvil o una pared por ejemplo y luego lo olvidaban y pasaban caminando por allí, destruyendo su creación abandonada.
Esto resultaba doloroso para quienes estábamos mirando la situación y mi lugar me obligaba cada vez a observarlo.
Ahora creo que esto aplica también a muchos otros ámbitos de la vida.
Que, si creamos creyendo, y nos esforzamos por sostener aquello, crearemos algo que se volverá real. Especialmente para aquellas personas que acompañan nuestra creencia. Que creen en nosotres.
Si en cambio, hacemos sin creer en lo que estamos haciendo, corremos el riesgo de destruirlo y generar una sensación de desilusión para el resto.
Ya que estamos en el tema quiero aprovechar para recomendarles que busquen un texto que está en el Fausto de Goethe que se llama “la iniciativa” (es apenas una carilla. Búsquenlo!).
Seguramente servirá para aclarar un poco más esta idea.
Me despido hasta la próxima deseándoles un buen viaje.
Salú!
Salú!
Les aseguro que es verdad.
Porque la vida es movimiento.
Es imprescindible ser flexibles para no quebrarnos.
Por eso es que romper con las estructuras que nos dan seguridad resulta necesario.
De tanto en tanto el desorden renueva la energía.
Lo probé, y lo estoy probando ahora mismo.
Recuerdo el día que entré al salón de clases y cambié de lugar la mesa antes de que llegue el grupo.
Hasta los mates previos estaban más ricos y el ensayo contó con un plus de energía creativa.
Cada quien con lo que puede ¿verdad?
A mí me cuesta hacer siempre igual.
Es por eso que necesito entrarle jugando a lo que hago y darme ciertas licencias.
Quiero invitarles a que la próxima vez que se pongan con su actividad hagan el intento de cambiar de sitio (espacial o temporal) algo.
Estoy seguro que les entregará material. De verdad os digo.
Les pido disculpas si esta semana resulta más complejo seguirme. Quería reflexionar acerca de este tema y me pareció interesante jugar un poco al desorden.
Quienes más fácil tienen el registro de este fenómeno son quienes trabajan con grupos. El sólo hecho de cambiar los lugares genera un cambio radical en la atención.
Para terminar me parecía importante decirles que hoy quiero hablarles de lo que acabo de decir y me despido de ustedes diciendo:
Hola!
Quiero compartir una idea que me acompaña desde hace rato y que tuve la oportunidad de comprobar no sólo en mi camino, sino también en muchas oportunidades en las que acompañé los procesos de las personas que asistían a mis clases.
Pido disculpas por insistir con el mismo asunto, pero otra vez me encuentro con esta situación: me acerco a una persona porque está necesitando ayuda para encaminar su trabajo y resulta que con solo preguntarle si necesita ayuda me devuelve un montón de ideas para desarrollar que están detenidas por falta de alguien con quien comprometerse. Y es que cuando existe otra persona con quien pechar a la par, todo es más fácil. Nos comprometemos con alguien más, compartimos las inseguridades y el entusiasmo, nos apoyamos mutuamente.
Siempre disfruté un montón de improvisar más que de repetir cosas estandarizadas y cuando supe que existía una técnica de improvisación teatral fui corriendo a estudiarla.
Mejor si definimos para quién trabajamos y con quienes.
Estamos viviendo tiempos muy intensos.
De polarización absoluta.
Espero entiendan de que hablo.
Habitamos un mundo con una naturaleza tan diversa que fascina, pero si miramos lo que sucede a nivel energético nos damos cuenta muy fácilmente que presenciamos todo el tiempo una guerra entre dos energías muy claras y determinadas.
Por un lado está el Miedo que es el que está detrás de todas las emociones negativas y en frente está el Amor.
Cada una de ellas intenta llevar a la mayor cantidad de seres a sus respectivos reinos. La Vida y la Muerte.
A la vez cuentan con un ejército enorme de personas que a conciencia o sin ella encarna esa lucha como propia.
Es cierto que cada vez más personas son conscientes de esta realidad y en la mayoría de los casos el ver este fenómeno hace que de inmediato se tome partido por la vida.
El asunto es que no es posible estar parado de un lado y entregar la fuerza de trabajo a alguien que está a las claras parado en el bando de enfrente, salvo que creamos que está allí porque no se dio cuenta y creemos posible ayudarle.
Lo cierto es que el miedo lleva a las personas a la enfermedad, a la mentira y a múltiples formas de violencia.
Siento que lo que nos toca es recordarnos cada día de qué lado queremos estar y tratar de ayudar a ver esta realidad a más personas.
Elegir a las personas con las que queremos trabajar con conciencia de esta realidad y juntarnos con quienes estén de nuestro lado para crear.
Que debemos hacernos responsables a la hora de comercializar nuestros productos y servicios e intentar entregar los frutos de nuestro esfuerzo a personas de buena voluntad.
Puede parecer sectario o algo por el estilo pero de verdad creo que es importante poner la atención a este asunto. No puedo pensar que no pasa nada si yo grabo unas voces porque total me gusta y es una publicidad nada más y que después eso haga que personas sean engañadas para caer en manos de un tránsfuga.
Así de importante también siento que es declarar esto ante el mundo y ante esa fuerza inmensa.
Yo trabajo para la Vida!
Esto me compromete con El amor, con la verdad y con el deseo profundo de mejorar el mundo y la vida de todas las personas a las que pueda llegar.
A esta altura me parece que no podemos hacer de cuenta que no pasa nada. La cosa está picante y hay que definirse.
Igual les digo…
Somos un montón!
Arriba!
Que viva la Vida!
Y Salú!
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