“El fiscal Javier Cárdenas no tuvo problema en conceptuar que cuando el acosador tocaba los glúteos de su subalterna no lo hacía con un propósito libidinoso sino con “animus iocandi”, para divertir al otro hombre que presenciaba la escena.”
“El fiscal Javier Cárdenas no tuvo problema en conceptuar que cuando el acosador tocaba los glúteos de su subalterna no lo hacía con un propósito libidinoso sino con “animus iocandi”, para divertir al otro hombre que presenciaba la escena.”