Pero el ejemplo de Jesucristo mismo, y del apóstol Pablo, que fue enseñado por él personalmente en el desierto, nos dicen lo contrario: No tenemos que ser controlados
por nada ni por nadie, sino solo y únicamente por Jesucristo, como el soberano de nuestras vidas. Tenemos que preguntarnos: ¿Estoy dispuesto o dispuesta a perder estatus por causa de Cristo? ¿Puedo renunciar a mis derechos para ser escuchado por aquellos que necesitan buenas noticias? Vive libre. Sirve a todos. Predica el evangelio. La
CIG te invita a que escuches el mensaje titulado “
¿PREDICAR O FRACASAR?” En él tratamos de dar respuesta a los interrogantes anteriores, de forma expositiva, a la luz de la Palabra de Dios, iluminada por el Espíritu Santo, según lo recogido en
1 Corintios 9:16-23.