"La familiaridad de los cristianos con el Señor es siempre comunitaria. Es personal, pero en comunidad. Una familiaridad sin comunidad, sin el pan, sin la Iglesia, sin el pueblo, sin los sacramentos, es peligrosa". Una familiaridad que siempre es comunitaria, a la vez que personal e íntima. Porque una familiaridad sin comunidad, sin relaciones humanas, sin compartir el pan, sin los sacramentos, puede correr el riesgo de volverse "gnóstica", evanescente. Es decir, ser reducido a "una familiaridad solo para mí, separado del pueblo de Dios".