Todo comenzó en 1948, cuando un estudiante de posgrado llamado Bernard Silver escuchó por casualidad a un ejecutivo de una cadena de supermercados pidiendo ayuda al decano de su universidad.
El problema era simple pero enorme: necesitaban una forma automática de registrar las compras en las cajas. Silver compartió esta información con su amigo Norman Joseph Woodland, y juntos se pusieron manos a la obra.
La primera idea de Woodland fue usar tinta ultravioleta, pero era demasiado cara y se desvanecía. Entonces tuvo su momento eureka mientras estaba sentado en una playa de Florida.