Hubo la negación triple de Pedro, la tentación de Jesús en el desierto y mi batalla con un sándwich de jamón en el sexto día de mi ayuno de cuarenta días: estos son los grandes momentos de crisis en la historia registrada de la iglesia.
Afortunadamente, Jesús escapó a la tentación, mientras que yo vacilé al haber sido atraído al borde de la perdición por ese suntuoso cerdo. Aunque fracasé en mi ayuno de cuarenta días, la buena noticia es que nunca pequé, porque comer un sándwich de jamón no transgrede ninguna ley moral al menos en este rincón del universo. Para mí, esta es la belleza del ayuno.