Lo único que quiere el Señor es tener su historia con cada uno. Ser cristiano no es mas que tener un corazón libre para poder recibir el amor de Cristo y poder devolverselo. Necesitamos que nos cambies el corazón para poder amarte como nos gustaría. Nosotros por nuestra parte vamos a rasgar nuestro corazón con la oración, el ayuno y la limosna y esperamos el resto de Ti.

Dios nos da la clave de interpretación para entender todo lo demás: amar es dar la vida. ¿Cómo debo amar yo? Como ama Dios, dando mi vida por los demas y eso es descubrirme en todas las ocasiones como un sirviente de los demas, dispuesto a dar todo lo que necesiten: mi tiempo, mi esfuerzo, mis habilidades... mi vida: lo que yo soy.

En momentos de debilidad necesitamos acudir al Señor, hasta Él tuvo sus tentaciones; en el fondo no son más que mentiras y falsedades. Cada uno luchamos contra el mal. Para vencer tomemos las "Armas de Dios" pidiendo humildemente su ayuda. Tengamos siempre en cuenta nuestra culpa al pecar, y con buena conciencia pidamos perdón por esa corrupción que llevamos dentro, por esas "caídas" que tenemos tan a menudo. El mal está siempre en nuestro interior aunque no es inherente a nosotros, somos así: pecadores y luchadores. Sólo el Señor es capaz de darnos un corazón puro, la Gracia para salir victoriosos de cada batalla. La Misa dominical y diaria es una necesidad más que una obligación.

En la transfiguración, le vieron algunos apóstoles como Jesús era. No podemos verlo como es, no por la carne, sino por las deficiencias espirituales. Quiere revelarse a nosotros, pero no somos capaces. La cuaresma es tiempo de mayor salud para el espíritu. Es preciso morir a las cosas en las que ponemos nuestro corazón y nos lo ensucian. La ceniza nos recuerda algo positivo: la muerte que queremos dar a lo que es muerte en nosotros. Pidamos ver con los ojos de Cristo.