Miguelito Valdés alcanzó sus primeros grandes éxitos con la jazz band Casino de la Playa, fundada en La Habana de 1937. "Dolor cobarde" composición del propio cantante, grabada junto a esa importante orquesta hacia 1938, resultó ser para su tiempo un bolero-son, melódica y armónicamente renovador.
Así comenzamos este breve recuento por la obra de algunos intérpretes que, durante la primera mitad del siglo XX, destacaron también en su faceta de compositores.
Se despide la década del 30 y en discos, emisiones radiales, producciones fílmicas, y partituras editadas por diversas casas editoriales, en el repertorio de las jazz bands cubanas la conga, la guaracha, el son montuno, el bolero, entre otros géneros, han desplazado al fox-trot, modalidad típica de esta formación, originaria de EEUU.
Miguelito Valdés: a lo largo de su incesante trayectoria artística, dentro y fuera de Cuba, aportó al repertorio de las orquestas que le acompañaron sus composiciones. En ese orden escucharemos la conga "Los Venecianos", la rumba "Celina" y el afro "Cabildo".
María Teresa Vera además de ser una de las más grandes defensoras del cancionero trovadoresco de su tiempo, destacó también en el campo de la composición.
Hoy son verdaderos clásicos los textos de Guillermina Aramburu musicalizados por la trovadora mayor. Entre ellos el bolero "Porque me siento triste" y la habanera "Veinte años". En su doble condición de intérprete y compositora nos recuerda una de sus obras más queridas: "Con mi madre siempre".
El movimiento del feeling despuntó en el ámbito artístico durante la segunda mitad de los años 40. Conectado espiritual, melódica y armónicamente con el jazz norteamericano y con una generación anterior de compositores pianistas cubanos que en la frontera de los 30 a los 40 aportó a la canción nuevos caminos, fue además una corriente pródiga en cantantes-compositores.
Entre ellos José Antonio Méndez quien con el respaldo comercial de la etiqueta RCA Victor mexicana desarrolló en ese país una importante carrera como vocalista.
Además de interpretar las obras de otros compositores, el King dejó clásicos como "Cemento, ladrillo y arena", "Si me comprendieras", y "Novia mía".
Y la buena memoria nos devuelve el recuerdo de la casi nonagenaria María Cervantes. Mediando los años 20 esta notable pianista e intérprete abrió un camino en los escenarios, que Ignacio Villa (Bola de Nieve) llevó luego a planos extraordinarios.
Ambos, excelentes instrumentistas, interpretes y compositores, le ofrecieron al mundo otra manera de acercarse al cancionero de Cuba.
Aunque más discreta en la composición, María Cervantes nos dejó hermosas obras. Entre ellas el bolero: "Como te quiero”. Mientras que Bola de Nieve llega con tres de sus piezas: "Tu me has de querer", "No dejes que te olvide", y "Si me pudieras querer".
En el mismo centro de los años 50 la sonoridad del jazz band, el formato orquestal norteamericano insertado en el ámbito musical cubano desde los años 20, llegaba a su máxima cristalización.
Desde la década anterior los arreglos de grandes músicos como Pérez Prado, Ernesto Duarte, Bebo Valdés, Julio Gutiérrez y Adolfo Guzmán, entre otros, renovaban su sonido.
Desde su estancia mexicana, Benny Moré demostró ser el cantante ideal para este tipo de formación. Improvisador nato, interprete insuperable, fue también un gran compositor capaz de recorrer con facilidad todo el espectro genérico nuestro.
En la despedida: Benny con algunas de sus piezas: "Batiri RCA", "Rumberos de ayer", "Ahora soy tan feliz" y "De la rumba al cha cha chá".
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