Que no, que los teléfonos se los tenían interceptados y que esa llamada la estaban escuchando esos hijueputas, me dijo; y luego me miró con unos ojos en que brillaba más el abandono que la rabia, y esa mirada me llegó al alma.
Que no, que los teléfonos se los tenían interceptados y que esa llamada la estaban escuchando esos hijueputas, me dijo; y luego me miró con unos ojos en que brillaba más el abandono que la rabia, y esa mirada me llegó al alma.