Siempre busqué un refugio, los senos nunca fueron suficiente, solo estábamos mi libreta y yo.
Ahí en aquella noche oscura, pensando si la vida era real, y si lo era, por qué nunca tuvo estabilidad.
Era mi pluma la que hacía la magia, era la libreta la que inspiraba tristeza, perfecta combinación para adentrarnos al arte.
Mi libreta es testigo de las veces que me rompí, de las veces que me levante, que deje que me construyeran de nuevo sin hacer nada, y también es testigo de las veces que esperaba el Ocaso.
La música sonaba, era perfecta para seguir pensando en ella, una mujer tan única, de la que escribo cada día, por quien tomo unos tragos y brindo, aunque no esté aquí, está allá, y ahí está bien, porque está sentada esperándome, y pa qué correr, si ya nos alcanzamos.
Qué bella manera de iniciar mi día, escribiendo en mi libreta, agarrando mi corazón, expresándome tal como soy, no soy una pintura, soy real, solo somos mi libreta y yo.
A veces me tiro a la cama sin sentido, parece un recital que hago cada día, miro las cosas que valen la pena, me esperan para que las viva, no las puedo dejar ahí, de eso es testigo mi libreta, y nadie más.
La soledad puede ser abrumadora para las personas, para mí es como una manta caliente en un día frio. Solo te sientas y sientes, no hay más, no hay menos. Así funciona el mundo, así funcionas tú.
En fin, un día menos que preocuparnos, la vida se solucionará, fue un momento de reflexión, no debe haber un por qué, no debes de entender cómo sucedió, solo deja fluir, si tienes que escribir, tienes que escribir, si tienes que llorar, tienes que llorar. Pero déjalo fluir, nunca sostengas tu problema con las manos, que recorra tu cuerpo, que afecte un solo día, pero no que te joda la vida entera.
Tal vez la clave está, en tener una libreta, y crearte un mundo donde solo estén tú y ella.