Rodrigo es una mezcla de muchas cosas. Algunas las tiene claras, otras, las sospecha, pero él cree que la mayoría de sus facetas están aún por descubrir. Y probablemente no por él, sino por la humanidad. Y no nos referimos a esa mezcla que todos tenemos de fruta pasada y por madurar, de clásico y aventurero, de soso y bufón, de melancólico y visionario. Eso son naderías. Hablamos de ser amanuense de monasterio y minero en el Monte Olimpo de Marte. Hablamos de ser investigador de ciencia criminalística y, a la vez, ladrón de un gran casino de Las Vegas. Hablamos de jugador profesional de póker y jinete de monta clásica andaluza. Y la verdad es que todo esto se traduce en un tipo normal, repleto de curiosidad, pero normal. Normal y de cuenta corriente. Como dice de sí mismo: “Un intrascendente con aires de trascendencia. Y dispuesto a comerse el mundo mientras ve la tele”. En serio, Rodrigo es una mezcla difícil de catalogar. Pero, empezando por lo conocido, digamos que Rodrigo es periodista, es diseñador gráfico, es director de Arte y últimamente es hasta escritor (acaba de publicar un libro. Luego hablaremos de eso). Pero de lo que más orgulloso se siente es de ser abuelo. Galo, que así se llama “el nuevo”, es el que le pone los galones de vida y el que da sentido a sus suspiros, sus sonrisas y las húmedas brumas de su mirada. La alegría… evoca lágrimas.Voy a tomarme la licencia de añadir algo más. Además de todo esto, Rodrigo fue mi primer jefe, la primera persona que confió en mí trabajo y me brindó mi primera oportunidad.


Notas del podcast:
- "El periódico es un cruel amante", Rodrigo Sánchez

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