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Hoy estaremos leyendo Oseas 1-3, 1 Juan 4 y Proverbios 23:21-30. En Oseas 1 al 3, Dios usa la vida del profeta para mostrar el tipo de amor que Él tiene por Su pueblo. En el capítulo 1, Dios le pide a Oseas que se case con una mujer infiel como señal profética de la relación entre Dios e Israel. Los nombres de los hijos —Jezreel, Lo-ruhama (“no compadecida”) y Lo-ammi (“no mi pueblo”)— reflejan el juicio por la infidelidad del pueblo.En el capítulo 2, Dios describe la traición de Israel al ir tras otros dioses, pero también revela Su corazón: “La atraeré y la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón.” Él promete restauración, renovar el pacto y cambiar sus nombres: “Tú eres mi pueblo”, y ellos responderán: “Tú eres mi Dios.”En el capítulo 3, Dios le ordena a Oseas que vuelva a amar a su esposa a pesar de su infidelidad. Oseas la redime y la restaura, mostrando cómo Dios persigue, compra y renueva al corazón que se alejó. Este relato no es solo historia: es una expresión del amor incondicional y redentor de Dios.Reflexiona: ¿Has experimentado el amor de Dios que te persigue aun cuando te has alejado? ¿Estás dejando que Él restaure y sane lo que se rompió?
En 1 Juan 4, Juan nos recuerda que el amor verdadero proviene de Dios. “Dios es amor”, declara con claridad. Este amor no se define por sentimientos humanos, sino por la realidad de que Dios nos amó primero y envió a Su Hijo como sacrificio por nuestros pecados. Quien permanece en el amor permanece en Dios.Juan también nos advierte a discernir los espíritus, porque no toda voz espiritual proviene de Dios. La prueba es sencilla: ¿reconoce que Jesucristo vino en carne? Si no, no es de Dios. Pero el centro del capítulo es el amor perfecto que expulsa todo temor. El que teme no ha sido perfeccionado en el amor. Y Juan concluye afirmando que no podemos decir que amamos a Dios si no amamos a nuestros hermanos. Reflexiona: ¿Tu vida diaria refleja el amor que Dios te ha mostrado? ¿Estás permitiendo que Su amor expulse tus temores y sane tus relaciones?
En Proverbios 23:21–30, se advierte sobre la falta de dominio propio y la vida sin disciplina. “El borracho y el glotón empobrecerán, y el sueño los vestirá de harapos.” El pasaje resalta que los excesos destruyen la mente, el cuerpo y el futuro. También exhorta a escuchar a los padres, a no despreciar la verdad y a buscar la sabiduría por encima del placer.Más adelante, una advertencia fuerte: “¿Quién tiene ayes? ¿Quién tiene dolores?… Los que se detienen mucho en el vino.” La falta de sobriedad conduce a engaño, heridas y confusión. Dios nos llama a vivir alertas, sobrios y con un corazón gobernado por Su sabiduría, no por deseos momentáneos.
By Julian Gamba5
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Hoy estaremos leyendo Oseas 1-3, 1 Juan 4 y Proverbios 23:21-30. En Oseas 1 al 3, Dios usa la vida del profeta para mostrar el tipo de amor que Él tiene por Su pueblo. En el capítulo 1, Dios le pide a Oseas que se case con una mujer infiel como señal profética de la relación entre Dios e Israel. Los nombres de los hijos —Jezreel, Lo-ruhama (“no compadecida”) y Lo-ammi (“no mi pueblo”)— reflejan el juicio por la infidelidad del pueblo.En el capítulo 2, Dios describe la traición de Israel al ir tras otros dioses, pero también revela Su corazón: “La atraeré y la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón.” Él promete restauración, renovar el pacto y cambiar sus nombres: “Tú eres mi pueblo”, y ellos responderán: “Tú eres mi Dios.”En el capítulo 3, Dios le ordena a Oseas que vuelva a amar a su esposa a pesar de su infidelidad. Oseas la redime y la restaura, mostrando cómo Dios persigue, compra y renueva al corazón que se alejó. Este relato no es solo historia: es una expresión del amor incondicional y redentor de Dios.Reflexiona: ¿Has experimentado el amor de Dios que te persigue aun cuando te has alejado? ¿Estás dejando que Él restaure y sane lo que se rompió?
En 1 Juan 4, Juan nos recuerda que el amor verdadero proviene de Dios. “Dios es amor”, declara con claridad. Este amor no se define por sentimientos humanos, sino por la realidad de que Dios nos amó primero y envió a Su Hijo como sacrificio por nuestros pecados. Quien permanece en el amor permanece en Dios.Juan también nos advierte a discernir los espíritus, porque no toda voz espiritual proviene de Dios. La prueba es sencilla: ¿reconoce que Jesucristo vino en carne? Si no, no es de Dios. Pero el centro del capítulo es el amor perfecto que expulsa todo temor. El que teme no ha sido perfeccionado en el amor. Y Juan concluye afirmando que no podemos decir que amamos a Dios si no amamos a nuestros hermanos. Reflexiona: ¿Tu vida diaria refleja el amor que Dios te ha mostrado? ¿Estás permitiendo que Su amor expulse tus temores y sane tus relaciones?
En Proverbios 23:21–30, se advierte sobre la falta de dominio propio y la vida sin disciplina. “El borracho y el glotón empobrecerán, y el sueño los vestirá de harapos.” El pasaje resalta que los excesos destruyen la mente, el cuerpo y el futuro. También exhorta a escuchar a los padres, a no despreciar la verdad y a buscar la sabiduría por encima del placer.Más adelante, una advertencia fuerte: “¿Quién tiene ayes? ¿Quién tiene dolores?… Los que se detienen mucho en el vino.” La falta de sobriedad conduce a engaño, heridas y confusión. Dios nos llama a vivir alertas, sobrios y con un corazón gobernado por Su sabiduría, no por deseos momentáneos.

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