Hoy estaremos leyendo Josué 11 y 12, Lucas 22:39-53 y el Salmo 66:1-10. En Josué 11, Israel enfrenta una alianza de reinos que se unen para detener su avance. Los enemigos son muchos, tienen caballos, carros de guerra y están bien organizados. Pero Dios le dice a Josué en Josué 11:6:
"No tengas miedo de ellos, porque mañana a esta hora los entregaré muertos a todos ante Israel" (NTV).
Una vez más, Dios demuestra que el número o la fuerza de los enemigos no es lo que determina el resultado, sino Su palabra.
El capítulo termina diciendo que Josué conquistó toda la tierra, y en Josué 11:15 encontramos una clave poderosa:
"Josué obedeció todos los mandatos que el Señor le había dado a Moisés" (NTV).
La victoria vino como resultado de obediencia constante y fidelidad al plan de Dios.
En Josué 12, se hace un recuento de todos los reyes vencidos, una lista que no solo registra historia, sino que testifica la fidelidad de Dios.
Reflexiona: ¿Estás enfrentando algo que parece demasiado grande? ¿Estás confiando en que Dios pelea por ti cuando obedeces paso a paso?
En Lucas 22, Jesús va al monte de los Olivos, sabiendo que se acerca el momento de Su entrega. Ora intensamente, y en Lucas 22:42, clama:
"Padre, si quieres, te pido que quites esta copa de sufrimiento de mí. Sin embargo, quiero que se haga tu voluntad, no la mía" (NTV).
Aquí vemos a Jesús como ejemplo supremo de rendición y obediencia, incluso cuando el alma está en agonía.
Mientras oraba, un ángel lo fortaleció. Y en lugar de huir, Jesús se entrega voluntariamente. Cuando llega la multitud, Él no se esconde. En Lucas 22:48, le dice a Judas:
"¿Con un beso traicionas al Hijo del Hombre?"
Jesús sabía lo que venía, pero no respondió con violencia ni temor, sino con autoridad, mansedumbre y propósito eterno.
Reflexiona: ¿Qué haces cuando la presión aumenta? ¿Estás aprendiendo a orar, a rendirte y a confiar como Jesús lo hizo en Getsemaní?
El Salmo 66 comienza con una canción de alabanza:
"Aclamen alegres a Dios, habitantes de toda la tierra" (verso 1, NTV).
El salmista reconoce que Dios ha hecho cosas asombrosas, que gobierna con poder y que vale la pena cantar con gozo. Pero también reconoce que han pasado por pruebas. En Salmo 66:10, declara:
"Tú nos has probado, oh Dios; nos has purificado como se purifica la plata" (NTV).
Dios permite procesos de fuego, no para destruirnos, sino para refinarnos. Lo hermoso es que, en los versos siguientes, dice que Dios nos llevó a un lugar de abundancia. El dolor tiene propósito. La prueba produce madurez. Y la alabanza en medio de la dificultad, honra a Dios profundamente.