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Permiso para existir.
En este momento no se me ocurre nada, pienso en lo que quiero decir, en lo que el público quiere escuchar, pienso en lo que siento, siento lo que pienso.
¿Qué tan profundo, trascendental u ordenado debería ser?
Sí, ordenado, coherente.
Es quizá la INCOHERENCIA, lo que más nos permita vivir en libertad.
El afán del orden, de la perfección y de la coherencia que nos roba la humanidad.
Eso me recuerdan las historias de amor, eso me hace querer escribir sobre el amor en las relaciones, sobre el amor en la vida, sobre el caos que causa, sobre el desorden que trae consigo, sobre lo incorrecto que se vuelve, sobre toda la revolución que causa en lo personal y en lo social.
EL corazón late a un ritmo que no le importa, no le importa si es el adecuado, todo nuestro organismo deja de importarle las actividades de rutina. nuestro cuerpo que se comporta como si fuese una empresa aburrida, todo tan en orden, todo tan a tiempo, pero cuando nos enamoramos, a nuestro cuerpo deja de importarle lo correcto y se concentra en querer vivir. Se revoluciona nuestro apetito, nuestra digestión, nuestra circulación, sudamos más seguido, se acelera el pulso y luego se sube la presión y al mismo tiempo, sin permiso, se para toda nuestra vida.
El amor, ese gran maestro que nos muestra que no hay nada dicho para siempre, que no hay control sobre nada.
Y luego, parece que acaba, parece que se va, se va dejando solo el caos, un caos que nos toca arreglar, nos toca re-encausar nuestra vida, recuperarnos, nos quedamos con los estragos del miedo, con el miedo de volver a ingresar a esa zona donde a pesar del caos todo era perfecto, nada importaba.
Muchos querrán hablar de las etapas del enamoramiento, querrán ponerle el toque intelectual, querrán hablar de los traumas, de las famosas heridas, de los signos compatibles, de los no compatibles, de la familia y de todo lo que pudiese evitarnos entrar sin razón hacia una nueva aventura, y no hablo solo de relaciones, hablo de todos los riesgos que somos capaces de correr en la vida, de los riesgos que hemos evitado correr por miedos y con excusas, con las excusas suficientes como para simplemente evitar el desorden de la vida.
Aburrido, aburrido un enamoramiento con todas las explicaciones y el acompañamiento del psicólogo solo para tener una relación sana, porque el amor sano no existe, el amor sano es aburrido, el amor solo es el amor y, cuando nos mira que lo queremos cuadricular en nuestro perfil psicológico, en nuestra carta astral, en las heridas de la infancia y en todo lo que está de moda, el amor huye, el amor ya no puede hacer fiesta, el amor ya no puede tocarnos y llevarnos a sentir la vida al límite. El amor muere antes de existir.
No, el amor no se construye, el amor solo existe y entra donde el suficiente valor como para soltar el control y lanzarse a la vida, con el riesgo de que, después de eso venga lo que venga.
No, esto no es un consejo, esto no es una verdad, esto es una visión, una realidad experimentada, deseada, anhelada.
Y esto me recuerda las ganas de volver a oír mi voz, mi voz más humana, mi voz que no aconseja, mi voz que no sabe ni quiere saber nada, mi voz a la que no le interesa dar un ultimátum, dar ninguna guía. Mi voz que solo quiere existir por existir, por el mismo derecho a vivir.
Mi voz que es igual de válida que cualquier consejo absurdo que busque tener la verdad de todo. Pobre consejo, pobre voz, pobre voz que quiere cargar con el peso del mundo sobre sus palabras, pobre voz que en silencio se quiebra por tanto peso, pobre voz que va perdiendo fuerza por no poder decir algo diferente, porque no puede contradecirse, porque no puede echarse para atrás, porque no puede cambiar de opinión, porque cuando habla siente la presión del mundo esperando que exprese su luz. No, nadie quiere escuchar su dolor, nadie quiere escuchar algo incorrecto