Un estudio de la consultora McKinsey sobre cómo mejorar los resultados escolares de los estudiantes a partir de datos de PISA 2015 muestra que la mentalidad o el mindset de los estudiantes puede llegar a ser dos veces más importante que su origen socioeconómico, prediciendo el desempeño académico de los jóvenes de 15 años que tomaron las pruebas. Es decir, que el origen familiar no tiene por qué definir el futuro de los chicos si la escuela logra trabajar y fortalecer ese mindset o arquitectura mental de los jóvenes
Algunas constantes de esa gente extraordinaria es que hablan de forma recurrente de perseverancia, resiliencia, autocontrol, autorregulación, aprendizaje y afán de superación a lo largo de la vida; de la importancia de no rendirse y seguir intentándolo; de creatividad; de la pasión que le ponen a la vida y al trabajo; de su motivación y preocupación en muchos casos por el bien común y el afán de contribuir a un propósito superior, y de cómo la familia, la escuela y los maestros marcaron sus vidas.
No es solo la inteligencia que uno recibe por naturaleza, sino el esfuerzo, la determinación, la perseverancia, la resiliencia y la pasión por lograr un objetivo lo que marcan la diferencia entre el éxito y el fracaso.