En esta conferencia, el doctor en economía, Olav Dirkmaat, plantea una crítica a la creencia de que la pobreza de Guatemala se debe solo a la corrupción. A partir de su experiencia en el país y encuestas a ciudadanos, señala que esta explicación se ha convertido en un tópico. No obstante, considera que dicha percepción ha sido impulsada por organismos internacionales y no surge de forma orgánica desde la sociedad guatemalteca. Dirkmaat busca demostrar que la verdadera causa de la pobreza es la baja tasa de ahorro.
“La causa real de la pobreza en este país es la falta de ahorro”.—Olav Dirkmaat
Asimismo, Dirkmaat explica que, aunque la corrupción es indudablemente un problema, su existencia no impide por sí sola el desarrollo económico. Para probarlo, compara a Guatemala con otros países igualmente corruptos, pero que han logrado crecer mucho más rápido. Presenta casos como Vietnam, República Dominicana y China, cuyos contextos de corrupción no han frenado su progreso económico. Con ello, empieza a desmontar la idea de que eliminar la corrupción es la única vía hacia el desarrollo.
El conferencista analiza también la situación de los estados dentro de EE. UU., comparando niveles de corrupción con niveles de ingresos. En esta comparación, concluye que no existe una correlación clara: algunos estados corruptos son ricos y otros pobres. Asimismo, muestra cómo países hoy ricos como Países Bajos, Corea del Sur o Taiwán fueron muy corruptos durante sus procesos de desarrollo. La conclusión es que la riqueza precede a la reducción de la corrupción, y no al revés.
Por otra parte, Dirkmaat argumenta que la corrupción tiende a reducirse a medida que aumenta el ingreso y los salarios. Un juez o diputado mejor pagado tiene mayores incentivos para rechazar sobornos. Por lo tanto, el desarrollo económico, al elevar los ingresos, hace menos atractiva la corrupción cotidiana. A su vez, la corrupción de bajo nivel, como los sobornos en la calle, tiende a disminuir en los países ricos, aunque persista en altos niveles de gobierno.
En sus conclusiones, Dirkmaat critica el índice de percepción de corrupción, argumentando que se basa en juicios subjetivos de expertos, no en mediciones reales. Señala que esta narrativa se refuerza año tras año por medios de comunicación y organizaciones que dependen de mantener esa imagen. De hecho, muestra que Guatemala no es significativamente más corrupta que otros países de la región, según otros indicadores como la tasa de sobornos.
Por último, Dirkmaat afirma que el verdadero motor del desarrollo es el ahorro. Muestra evidencia de que los países más ricos son aquellos donde la población ahorra más, y no necesariamente los menos corruptos. Mientras en Guatemala el ahorro ronda el 1.3 % del ingreso, en países como China alcanza casi el 60 %. Por tanto, propone un cambio de enfoque: dejar de centrarse únicamente en la lucha contra la corrupción y promover políticas que incentiven el ahorro y la inversión.
“Lo que causa realmente el desarrollo económico, lo que realmente aumenta el nivel de ingresos: ahorro, ahorro y ahorro”.—Olav Dirkmaat
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