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Los consumidores de cuatro provincias canadienses pagan desde este lunes un impuesto sobre los hidrocarburos.
La nueva carga es resultado de la entrada en vigencia del impuesto federal a las emisiones de carbono, que se aplica desde esta semana en los cuatro territorios que no cuentan con un impuesto provincial en el área.
Los residentes de Nuevo Brunswick, Ontario, Manitoba y Saskatchewan deberán abonar 4,4 centavos más por cada litro de combustible y un suplemento de 4 centavos por metro cúbico de gas natural.
El gravamen federal tiene como objetivo convertirse en una medida para controlar las emisiones de carbono, uno de los componentes más contaminantes y entre los que más aportan al cambio climático.
La explotación de hidrocarburos es una de las actividades económicas centrales en Canadá. Foto: iStock.
Días pasados, el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, justificó la medida alegando que hasta ahora “contaminar ha sido gratis”, pero que ante las consecuencias ya visibles de los problemas climáticos, entre los que figura el llamado efecto invernadero, es necesario establecer frenos a las emisiones que dañan el medioambiente.
El efecto invernadero tiene como principal efecto la variación no natural de la temperatura en la Tierra, al evitar que la energía producida por el suelo, tras haber sido calentado por el sol, vuelva a la atmósfera, debido a la capa impenetrable que generan los gases contaminantes, principalmente el dióxido de carbono y el metano.
Los aumentos en las cargas tributarias, que pagarán los consumidores de las cuatro provincias nombradas, se deben a la aplicación del impuesto federal, ante la negativa de los gobiernos locales de instaurar un gravamen local.
Tres de esas cuatro provincias están gobernadas por administraciones progresistas-conservadoras, con excepción de Saskatchewan, que es regida por una agrupación provincial, el Partido Saskatchewanense, de derecha.
El primer ministro de Saskatchewan, Scott Moe, uno de los principales opositores al impuesto. THE CANADIAN PRESS/Ryan Remiorz
El gobierno federal prometió reinvertir el dinero recaudado por el gravamen al carbono en las cuatro provincias en cuestión, bajo la forma de crédito de impuesto a los particulares, las empresas, las administraciones locales y otras organizaciones.
El ministro del Medioambiente y de los Gobiernos locales de Nuevo Brunswick, Jeff Carr, afirmó que la iniciativa federal es injusta para para gente común de su provincia, que debe usar su automóvil para ir al trabajo o llevar los niños a la escuela, sobre todo en las regiones rurales, donde hay poca disponibilidad de transporte en común.
Otros funcionarios se quejaron por el hecho de que el impuesto aumenta los costos de toda la gama de productos y servicios en las provincias afectadas.
Ninguno de ellos hizo referencia al costo que el cambio climático en esos cuatro territorios implica para el resto de los canadienses.
El gas también subirá de precio, aunque es un recurso menos usado por los particulares. Foto: iStock.
De qué se trata
El impuesto a las emisiones de carbono es un gravamen a la polución. El mismo implica una tasa que se aplica a la producción y comercialización de productos a partir de los llamados combustibles fósiles, en base a los gases contaminantes que los mismos arrojan a la atmósfera cuando son utilizados.
Dada la alta contaminación que los mismos producen, las autoridades conciben el impuesto como una herramienta para impulsar a la industria y a los consumidores a buscar fuentes alternativas de energía, ya que la tasa hace que los “hidrocarburos sucios” sean más caros.
La polución resultante del uso de carburantes fósiles tiene un costo, que recae en toda la sociedad.
Este es el principio utilizado por los gobiernos para justificar que quien contamina el espacio de los demás, debe pagar una compensación.
En el caso canadiense,