Hacer una buena canción es como armar un reloj de manivela. Cada pequeña parte es culpable de provocar un movimiento, un sonido, un efecto que dará vida a la melodía. Como en toda la estructura, la letra no lo es todo por sí misma. Para que éstas puedan contar una historia con sentimiento e intensidad, hay que revestirla de tiempo, espacio, secuencias, contrastes y hasta silencios. Lo mismo sucede en el proceso de escritura: que pongás una letra tras de otra, no significa que tendrás un relato para contar una historia. Hoy hablamos con Andrés Marín Solís sobre su filosofía de trabajo para componer líricas.
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https://despertares.bandcamp.com/
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