Desde el descubrimiento de los virus en los últimos años del siglo XIX, hemos aprendido a considerarlos como enemigos inconscientes, pero mortales. Los casos de la gripe de 1918, la fiebre amarilla o el ébola han acentuado esta percepción.
Existe un tipo peculiar de virus, responsable por varias enfermedades graves como el SIDA, que alteran el contenido del material genético humano; estos "retrovirus" editan a nuestro ADN.
Desde hace algunos años, sabemos que cerca del 10% de nuestros genes fueron insertados en el material genético de nuestros ancestros por retrovirus. Estos genes cuando menos en algunos casos provienen de otras especies; en suma, los seres humanos somos transgénicos.
Un descubrimiento reciente acaba de revelar un aspecto inesperado de este hecho. Los genes que controlan un aspecto fundamental del desarrollo de la placenta en las mujeres, y muchos aspectos del desarrollo muscular en los hombres, fueron claramente insertados en nuestro genoma por retrovirus.
Este y otros trabajos similares revelan, por una parte, que los retrovirus han tenido un papel muy importante en el desarrollo de la vida multicelular. Por otra parte, este y otros trabajos nos invitan a pensar de una manera muy diferente en las técnicas que empezamos a usar para repetir este fenómeno en forma controlada para crear nuevos alimentos, medicinas y otros productos.