Cesar se metió a Puente Grande, Jalisco, a vivir y convivir con los internos de máxima de seguridad, con la intención de hacer un documental sobre sus vidas antes de estar privados de su libertad.
El documental te deja sin aliento, mientras lo ves, tu corazón late a mil por hora y pasas de la angustia a la tristeza y del enojo a la compasión.
Es increíble la relación que se crea entre César y los reos.
El documental te muestra la parte humana de quienes mataron, secuestraron y traficaron armas y drogas. Te muestra la otra parte de su historia, esa que pocas veces se cuenta, y que miles de veces muere junto con ellos dentro de sus celdas.
Cesar habla con una pasión increíble respecto a lo que vivió. En este episodio nos da los detalles de cómo logró conseguir el permiso para entrar y quedarse a vivir en Puente Grande, de lo astuto que fue para meter las cámaras y de la experiencia que fue trabajar con su crew ahí adentro.
Lo que César nos hace ver y entender es que las manos que algún día jalaron un gatillo y se llenaron de sangre, son las mismas, que durante sus talleres trabajaron con papel, moldearon barro y pintaron unos cuadros espectaculares.