Era una noche calurosa de verano en #NewYork, y las calles estaban llenas de vida. El sonido del jazz llenaba el aire, fluyendo desde los clubes nocturnos y bares en cada esquina.
En el corazón del barrio de #Harlem, un joven músico de jazz llamado Marcus estaba tocando su saxofón en la acera frente a un pequeño bar. Había estado tocando por horas, improvisando melodías mientras la multitud pasaba y aplaudía.
Pero una noche, cuando la banda estaba tocando en un pequeño bar en el #LowerEastSide, la policía llegó y empezó a arrestar a los músicos por tocar sin una licencia. Marcus y Thomas intentaron explicar que tenían una actuación programada, pero los policías no quisieron escucharlos.
Mientras los músicos eran llevados a la comisaría, un pequeño grupo de personas se había reunido afuera para protestar por su detención. De repente, alguien en la multitud comenzó a cantar la letra de una canción de protesta, y pronto todos se unieron en coro.
La música volvió a llenar las calles, pero esta vez, era más que jazz. Era la voz de la gente unida, luchando por lo que creían. Y en ese momento, Marcus supo que el jazz no solo era música, sino una forma de vida que podía inspirar y unir a la gente en la ciudad que nunca duerme.