El mundo calla ante el gran dolor de saber que nosotros -los seres humanos- hemos matado al hijo de Dios. Consideremos por algún momento este acontecimiento tan doloroso, nuestro pecado ha hecho que el hijo de Dios muera. Mientras aquí en la tierra el corazón se siente vacío, en otra parte de la existencia se da un encuentro esperado, un encuentro que prepara el gran encuentro.