El descubrimiento de unos artefactos globulares, con espacio para introducir líquidos, y salida en forma de pitorros para beber ha sido un auténtico enigma para los arqueólogos hasta que se ha encontrado su uso: biberones que permitían que los niños bebieran leche de cabra y oveja e incluso leche materna. La alimentación infantil también preocupaba a las madres neolíticas, y facilitó que aumentara la demografia.