Si me besaras romperías el hechizo, la fantasía nocturna de tus ojos dejaría de consumirme.
Tus labios son agua, el jugo de una fruta que se derrama al morder sus gajos, el verso escondido bajo la piedra de un río, quien fuera canto y palabra, quien fuera el vino en tu boca.
Soy el sediento que acaricia el mar desde una balsa, alquimista de tu aroma, peregrino de tus ojos
Anacrónica tarde en que conocí tus manos, en ellas se me acumulan los versos, en ti se me deshacen las horas, apago las luces y pongo tu nombre bajo al almohada
En mi mente existes, recorro los pliegues de tus labios y los exploró, son las grietas sagradas en que los espíritus esconden los secretos del universo.
Si me besaras detendrias el tiempo, no habría ritmo ni espacio, mis manos contendrian tu cara como algo sagrado,
Saciaría mi sed en tu saliva y navegaria en ella.
Con un toque de tu lengua entendería tu idioma, tus símbolos y secretos se manifestarían en tus pausas
Trascenderias, tu beso transmutaria en algún poema leído por mis generaciones, contendría el aliento que exalas, te unirías a mi torrente sanguíneo y en mí descansarias.
Arriesgate a la vida que no coincidimos, que estamos hechos del mismo barro y la misma música
Dejame ser tu abrigo, tu hechicero, el libro prohibido de tus arcanos, el arco de tu instrumento, las cuerdas que vibran en tu garganta.
Sé mi hogar y mi cueva, mi noche que arde en tu mirada de un búho.
Bésame, cansame y usurpa mis sueños, transfiere tu sombra desde el espejo y flota en mi habitación, arrastrarme hacia el desvelo, perpetua mi madrugada, y hazme saber que me estás escuchando...