Abraham es considerado el Padre de la fe por los cristianos. Es el fundador de la nación de Israel, un hombre de gran fe, visión y entrega; que vivía en Ur de los caldeos, y Dios le señaló que saliera de esta ciudad y se dirigiera a la tierra que Él le mostraría. Abraham obedeció, partió rumbo a lo que hoy es Israel, se quedó a vivir allí, y Dios lo bendijo con riquezas, respeto y un hijo a través del cual surgiría el pueblo judío. Hablar de Abraham es evocar la fe. Recordar a Abraham es reconocer que la fe en Dios da crecimiento y bendiciones. La fe es "la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve", es creer y confiar en Dios y en sus promesas; pero esta fe no aparece simplemente; conlleva un proceso, proceso que todos debemos de pasar.