El bautismo nos recuerda nuestra union con Cristo en su vida y Resurrección. Al mismo tiempo, es una declaración publica que nos unimos al cuerpo de Cristo y su misión.

La oración es como el aire, es necesario para la vida de un creyente. La oración es una de las disciplinas más descuidadas de el creyente pero al mismo tiempo más difícil para el creyente. En Mateo, Jesús les provee a sus discípulos un modelo de cómo orar a nuestro Padre Celestial.

Pablo le escribe a Tito para animarlo a mantenerse firme en la sana doctrina, en sus enseñanzas y en la manera de vivir. Para que el desarrollo de la iglesia sea de una manera que glorifique a Dios, primero la iglesia tiene que ser diligente a enseñar la sana doctrina. Segundo, los miembros del cuerpo tiene que vivir de una manera que refleje que ha sido transformados por la sana doctrina que es el evangelio.

Dios ha redimido a un pueblo para su gloria y nos ha llenado de tantas bendiciones para que su pueblo pueda ser de bendiciones a toda las naciones.

Dios establece una pluralidad de pastores en la iglesia para dirigir a los miembros y apuntar a todo creyente hacia el Buen Pastor, Jesucristo.

Como miembros del cuerpo de Cristo, tenemos acceso a Dios mismo por medio de Cristo Jesus y hoy los miembros son llamados a estar firmes en Cristo y comprometerse a su señorío que es la cabeza.

Gracias a Cristo y su obra de redención en la cruz, somos un cuerpo en Él y Cristo siendo la cabeza del cuerpo. Porque Jesucristo es la cabeza del cuerpo tenemos completa plenitud en el y nos sometemos al liderazgo de la cabeza.

Las Escrituras es confiable para todos los creyentes porque es la palabra de Dios misma y por ello es verdadera y confiable.

El trabajo en el ministerio no es basado en el trabajo de un miembro en particular, Pablo nos recuerda en este pasaje que la obra de Cristo se manifiesta en la iglesia.