Freire postula que son la arrogancia y la soberbia dos imperantes que obstaculizan la conciencia crítica del enseñante.
Y esto sucede porque el arrogante y el soberbio están acostumbrados a llenarse de sí mismos, sólo son capaces de verse y oírse para complacerse.
Arrogancia y soberbia cancelan toda posibilidad de escuchar al otro, e imposibilitan dialogar con los demás. Porque la verdad del soberbio es la única posible, que debe ser impuesta a todos los demás, para salvación de ellos.