Tras el hundimiento de los petroleros mexicanos, "Potrero" y "Faja de Oro", el gobierno mexicano declara la guerra a Alemania, un hecho que el Cónsul Bosques ya había recomendado, debido al comportamiento del gobierno del Mariscal Pétain que, abiertamente se alineaba a la ocupación alemana.

Al crecer el número de españoles expulsados de su país y perseguidos por sus ideas, el Cónsul Bosques encuentra una solución para hospedarlos durante la espera de transporte para salir de Europa: "Las residencias de la Reynarde y Montgrand", que fueron conocidas como "el poblado mexicano"

El trabajo principal de un Cónsul es la protección de los ciudadanos de su país en el extranjero y el Cónsul Bosques no tuvo contemplaciones a la hora de hacerlo. Con el mismo tesón que demostró en la defensa de los mexicanos, buscó proteger a los niños que vagaban abandonados o huérfanos por los caminos y a las afueras de los campos para refugiados españoles. Para esta labor, contó con la ayuda invaluable de las asociaciones de Cuáqueros ingleses y norteamericanos.

Para poder proteger a la mayor cantidad de refugiados españoles, el embajador mexicano Luis Ignacio Rodríguez, negoció con el gobierno de Vichy, a cargo del Mariscal Pétain, un acuerdo diplomático que permitió al Cónsul Bosques, rescatar un gran número de españoles de los campos de concentración en territorio francés, además, fue una herramienta de gran valor para que, el Profesor, protegiera con ella, a una gran cantidad de desplazados judíos, húngaros, polacos y alemanes.

El 1 de enero de 1939, la familia Bosques Manjarrez llega a la Ciudad Luz. En abril de ese mismo, año Franco pone fin a la República Española comenzando una de las dictaduras más sangrientas de la historia y en septiembre Francia e Inglaterra le declaran la guerra a la Alemania Nazi. Así inicia una de las etapas más oscuras de la humanidad y la más luminosa de la historia humanitaria de México.

Tras renunciar como director del periódico el Nacional, Gilberto Bosques es invitado por el presidente Lázaro Cárdenas a formar parte del cuerpo diplomático nacional como Cónsul General en París con la misión de apoyar y ofrecer una alternativa a los republicanos españoles exiliados. Ya estando en París, inicia la segunda guerra mundial.

Cuando Adolfo de la Huerta se levanta contra el régimen, Gilberto Bosques se suma a su causa. David y Froylan C. Manjarrez, Luis Enrique Erro y Gilberto Bosques, se presentan voluntarios para ir a cuba y transportar, desde la isla, armas en favor de de la Huerta.

En 1914 llegan a Veracruz fuerzas armadas de los Estados Unidos con intenciones de invadir el país. Al conocer esto, Gilberto, que comenzaba como maestro auxiliar en la escuela José María la Fragua de Puebla, solicita un permiso indefinido sin goce de sueldo, para sumarse como voluntario a la defensa del puerto y del país.

Una vez que el 18 de noviembre de 1910 comienza la revolución en Puebla, con la muerte de Aquiles y Máximo Serdán y la detención de Carmen, Gilberto Bosques regresa a Chiautla de Tapia, desde donde participa en el movimiento mientras es perseguido por las autoridades del estado. Así, a salto de mata, ocultado por las personas de la región que, conocían y apreciaban a su familia. Una vez que Francisco I. Madero asume la presidencia, Gilberto y los demás estudiantes perseguidos, regresan a Puebla para terminar sus estudios.

Como estudiante de la Normal, se sumó al movimiento anti reeleccionista apoyando a los Hermanos Serdán, yendo a las fábricas a hablar con los obreros, formando parte de la red de comunicación y propaganda del movimiento y participando de manera activa en protestas y mítines